¿Por qué los autores del país necesitaban un sindicato? 

Diálogo con Oscar Tabernise, titular de Sindicato Argentino de Autores y Autoras – SADA

No es una novedad que un importante sector del mundo autoral, en particular dentro del espectro audiovisual, está sufriendo crecientes problemas laborales que dificultan cada vez más el desarrollo normal de sus profesiones. Entre ellos, y sin mencionar todos, se podría citar la ausencia casi total de ficciones argentinas en la televisión; la decisión de negar un presupuesto anual para el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales, INCAA, decisión que ha detenido virtualmente la producción fílmica en el país; las más que continuas transgresiones a los derechos laborales de los creadores en los trabajos que encaran convocados por las productoras. Algunas de estas dificultades han surgido con la a asunción del actual gobierno argentino, otras son producto de las nuevas modalidades de contratación o prácticas que la globalización trata de imponer en las naciones donde hace pie.  

Oscar “Tato” Tabernise,
Secretario General del SADA

Frente a esta situación, y a las preguntas que ella suscita, nuestra revista decidió conversar con Oscar “Tato” Tabernise, un autor argentino de reconocida trayectoria en el medio desde hace un largo tiempo y también secretario general del Sindicato Argentino de Autores y Autoras, SADA. Nuestro entrevistado fue elegido en esa función en las elecciones realizadas el 26 de julio pasado. Dicha asamblea debía elegir autoridades por un período de cuatro años, o sea del 2024 al 2028. La convocatoria respondió a un pedido de la cartera laboral nacional en el momento de la inscripción gremial de la entidad, que requería el llamado a esos comicios para conformar el cuerpo directivo del sindicato para un primer período de cuatro años, respetando el cupo femenino. 

Escritor y dramaturgo, e hincha de Chacarita, Tato Tabernise es, como dijimos, un autor de amplio recorrido profesional en distintos medios. En cine fue autor del guion de Aguas Dos Porcos, basado en su novela y coautor de El hombre que ganó la razón, primera película de Alejandro Agresti, entre otras. En teatro estrenó obras como autor o coautor en Argentina, España, Francia, Estados Unidos y México: El Clú, Tócala de nuevo Cacho, Bailando con el muerto (primer premio de Teatro Breve en Requena), Perras o diosas y algunas más. Trabajó también en la televisión argentina, paraguaya y en la mexicana, escribiendo innumerables títulos que recibieron importantes reconocimientos. En la actualidad, está escribiendo novelas policiales, narrativa en general y cuentos. El año pasado le publicaron un libro que se llama Sueña o muere y en este momento está a punto de publicar dos novelas cortas.  

En primer lugar, hay que definir las dos cosas. Argentores es una sociedad de gestión y el sindicato es una agrupación gremial. ¿Qué quiere decir eso? Que defiende los derechos laborales, que defiende a los trabajadores de las violaciones a las leyes que consagran esos derechos.

“Y, por otro lado, sigo con lo que empecé -afirmó en la entrevista que le hizo la revista-. Yo empecé primero escribiendo teatro y luego estuve mucho tiempo haciéndolo para la televisión. Hoy tengo la posibilidad de que me estrenen una obra teatral en México y reponer algunas otras obras en Buenos Aires. Y también estoy con un director importante, que todavía no puedo decir quién es, para montar una de esas obras. El trabajo en el sindicato me saca tiempo, pero me las arreglo para seguir escribiendo. Ya me pasó alguna vez. Fue hace muchos años, cuando yo era asistente de dirección en Canal Once y me pidieron que fuera delegado de paritarias. Y, a partir de allí, me transformé en delegado gremial. En los dos años que estuve allí, esa actividad me absorbió por completo y no pude escribir casi nada. Ahora, tengo que esperar los fines de semana y en esos días mi mujer me mira con cara rara. Uno hace lo que puede y trata de sacar tiempo de donde sea. Pero, les digo, ni siquiera puedo ir a ver a Chacarita.”     

Oscar “Tato” Tabernise junto al Presidente de Argentores, Miguel Ángel Diani

La meta principal de SADA es, como se ha dicho ya en diferentes declaraciones, la de defender los derechos laborales y promover los intereses de la actividad profesional de sus afiliados a nivel económico, social, profesional y laboral, además de la de proveer, asesorar y promover la creación de fuentes de trabajo y negociar con el fin de conseguir mejores salarios y condiciones de trabajo en general. También, entre otros objetivos está la defensa de la libertad de expresión, la activa participación en foros de discusión, la creación de vínculos fuertes y cordiales con todas aquellas entidades del sector -tanto públicas como privadas- que respeten la figura del autor y su trabajo. No obstante, esas muy claras expresiones de propósitos que se han hecho públicas en diversos comunicados de la entidad, nuestra revista quiso ahondar en algunos detalles más sobre la creación de SADA y su actividad actual, para darle al lector un panorama lo más amplio posible. Con ese motivo, combinó una charla con Oscar Tabernise en el Espacio Encuentro de Argentores, donde se le formularon las preguntas que siguen y que él respondió muy amablemente.  

 Oscar, ¿cuál es la diferencia entre estar asociado al sindicato y estarlo a Argentores? 

En primer lugar, hay que definir las dos cosas. Argentores es una sociedad de gestión y el sindicato es una agrupación gremial. ¿Qué quiere decir eso? Que defiende los derechos laborales, que defiende a los trabajadores de las violaciones a las leyes que consagran esos derechos. Argentores defiende el derecho de autor sobre la obra y el sindicato defiende el trabajo del autor. Ahora, vos me podrás decir: pero la obra es también el trabajo del autor. Exactamente, la obra es también el trabajo del autor. Entonces, ¿qué pasa? Pasa que el tema debe abordarse desde distintas perspectivas. Por un lado, está el derecho que el autor tiene sobre su propia obra, por ser el dueño de ella. Esto se ve más claro en el teatro: si un autor escribe una pieza escénica que se presenta ante el público, tiene un derecho a cobrar un porcentaje por la representación de esa obra. Eso es claro. En el audiovisual, sin embargo, el asunto es más complicado debido a que la situación laboral de los autores se ha complejizado, sobre todo en los últimos años. Hoy, existen autores que están todo el año trabajando en una obra que puede durar tanto 60 como 80 o 120 capítulos, depende. Ahora cada vez se usa más tiempo, para escribir cada vez menos. Existen temporadas de 6 capítulos y que, por ahí, el autor está trabajando 6 meses en su escritura. Es decir, hay un trabajo que el autor desarrolla allí que va más allá de lo que es el derecho que tiene sobre su obra. Es otra cosa y ahí el tema se divide en dos. Por un lado, está el derecho de autor, que es el que gestiona Argentores. Pero, hay además otro aspecto: en el contrato que el autor firma al encarar esa producción se fijan determinadas condiciones: cuántos capítulos vas a escribir, en qué tiempo, qué cantidad de reescritura va a haber, qué honorarios se establecerán, etc., todos aspectos que tienen que ver con los derechos laborales del autor y la necesidad de que ellos sean respetados. Y esa es tarea del sindicato, impedir que esos derechos sean violados, como lo son a menudo. 

¿Vos decís que estas condiciones de trabajo que describís se han complejizado en especial en los últimos años? 

Efectivamente, todo eso está muy relacionado con las épocas. En una época no era tan complicado el asunto, se empezó a complicar cuando el audiovisual comenzó a adquirir mayor complejidad e importancia. El audiovisual hoy es una industria muy relevante en el mundo, especialmente en los Estados Unidos, donde se ha constituido como la tercera industria más vigorosa de ese país. Y que, a partir de eso, vende, junto con sus productos, todos sus hábitos, sus costumbres. Todos sabemos, cuando nombramos Brooklyn o el Bronx, dónde quedan esos lugares. En cambio, nombras Villa Inflamable y te preguntan dónde está. En la medida que la industria fue creciendo en magnitud e influencia, los grandes productores empezaron a buscarle la quinta pata al gato tratando de equiparar lo que es el sistema legal francés -que dice que la obra es del autor y es irrenunciable- a lo que es copyright, o sea el sistema legal anglosajón: yo te compro la obra y a partir de allí la obra es mía y vos olvídate de ella.  

Pero, eso sin alcanzar al derecho moral del autor, ¿no?

No, ese derecho es irrenunciable. El derecho moral significa reconocerse como autor de la obra. Proteger su integridad. Decidir si publicarla o no. Retraer la obra del comercio. Oponerse a que se le atribuya una obra que no es suya. Exigir que se respete su voluntad de mantener su obra anónima o con seudónimo. Por lo tanto, a diferencia de los derechos patrimoniales, no se centran en la explotación económica de la obra. Y aprovechando entonces que la legislación de nuestro país permite, en el aspecto económico, cierta elasticidad, esos productores comenzaron a negociar cada vez más con los derechos económicos. Y ahí comenzó el problema. ¿Qué pasa? Que se presenta cada vez con más frecuencia la necesidad de proteger al autor ante esta desigualdad con el productor. Demos un ejemplo: el autor es convocado a una producción y se sienta a negociar con la Paramount condiciones de trabajo. Y él solo, no tiene manera de hacerlo. Por lo tanto, surge la necesidad de crear un sindicato. Y en el mismo momento que esto ocurre, surge la pregunta: ¿Pueden trabajar juntos Argentores y el SADA? Y surge la convicción de que es imprescindible que ambas sociedades trabajen en conjunto. Porque si no se dividen las aguas y no se procede en beneficio del autor. El mayor beneficio del autor está en que ambas sociedades se complementen. Por ser una entidad creada por una ley, Argentores tiene un estatuto que le impide convertirse en un sindicato. De no ser así, el tema hubiera sido más sencillo, como ocurre en algunos lugares del mundo. En otros, como Canadá, tienen un sistema como el que estamos implementando acá nosotros. Son dos entidades y trabajan muy bien en conjunto. Y esto debe ser así. En España e Italia tienen el sistema francés y enfrentan el mismo problema que nosotros: los problemas económicos se negocian y por ese camino, los productores suelen no tener límites en lo que te piden.   

En Estados Unidos, a pesar de existir el copyright, los sindicatos son fuertes y han logrado mejoras y beneficios ante el exceso de las productoras. 

Sí y de algún modo han logrado ir equilibrando esa desigualad de partida que tiene el sistema. Ellos tienen un sistema al que llaman residual. Si bien no tienen la propiedad de la obra, las mejoras que lograron a partir de la fuerza que tienen como sindicato, les permitieron conseguir condiciones muy favorables, a veces más favorables incluso que las logradas en algunos países que tienen el derecho francés. Y aparte, ahora que se globalizó todo, en que todo pasa por las plataformas, que además tienen su dirección en lugares como Kuala Lumpur u otro sitio inaccesible, ¿adónde va a ir el autor a reclamar? No se puede recurrir a nadie. Se puede recurrir a Argentores en el caso de que la obra se registre aquí, pero en el caso de lo laboral no. La globalización implica esto. 

¿Y qué se puede hacer frente a esto? 

Bueno, junto a los sindicatos chilenos, colombianos, brasileños, estamos tratando de organizar una red para tratar de enmendar esto. Y también estamos tratando este tema con la Writer. La idea, en síntesis, es armar una red que pueda protegernos de estas injusticias del mundo globalizado. Y la única forma de lograrlo es enfrentar el problema que se nos presenta, unidos. ¿Cuál fue la trampa en la que caímos todos al presentarse ese fenómeno de la globalización? ¿Por qué fuimos perdiendo a través del tiempo tantos derechos y prerrogativas? Por el hecho de estar aislados y desunidos. Y hoy se trata de construir puentes y de ser solidarios como única manera de salir de este rollo. Tanto a nivel internacional como nacional, lo único que nos puede salvar de este capitalismo salvaje y atroz es la solidaridad, no hay otro camino. Era lo que los incas reivindicaban bajo el término del intercambio. Sin duda, este es un proceso largo y nada sencillo, pero en algún momento hay que empezar y debemos dar un primer paso. Y es lo que estamos haciendo. Tenemos mucho trabajo por delante inclusive explicándole a los compañeros, los autores, qué estamos haciendo, de qué se trata, porque nos conviene estar sindicalizados. Y también a entender que nuestros trámites frente al Ministerio de Trabajo para ser aceptados como sindicato empezaron cuando terminaba un gobierno y arrancaba otro, que es absolutamente hostil a la sindicalización. O sea, que estamos frente a un momento más complicado que en otros años. Y, como se puede hacer poco, tal vez alguien piense que no debemos hacer nada. Y eso constituye un error, es todo lo contrario.  

¿Qué es lo que se ha logrado hasta ahora en términos legales? 

Fuimos aceptados y estamos reconocidos por la Secretaría de Trabajo, lo que nos convierte en un sindicato hecho y derecho, eso significa que podemos negociar convenios con asociaciones de productores. 

Ustedes, en su página web, anunciaban que en el mediano plazo querían tener servicios de turismo, obra social, abrir el juego a otras cosas también. 

De hecho, nosotros como sindicato formamos parte de una intersindical que se llama COSITMECOS, que es una federación que engloba a todas las entidades de laburantes pertenecientes a los medios de comunicación social: el gremio de la televisión, del cine, de la publicidad, los locutores, los trabajadores del espectáculo e incluso los carteros. Y con varios de esos sindicatos tenemos convenios, entre ellos uno relacionado con el turismo. Ese es un beneficio, también tenemos asesoría legal. Trabajamos de a poco y día a día sumando cosas, en una situación donde es costoso mantener la entidad y solo tenemos como ingreso lo que los afiliados pagan como socios.  

¿Cuántos afiliados tienen ya? 

Tenemos ya seiscientos afiliados, pero estamos trabajando para que su situación se regularice y que todos paguen sus cuotas, cosa que todavía no ocurre. Por otro lado, los dirigentes del sindicato trabajamos totalmente ad honorem, no hay pago de sueldo ni nada por el estilo. De modo que todos los que estamos trabajando en el sindicato le sacamos horas de dedicación a nuestras ocupaciones habituales para dedicarlos a la actividad gremial. 

¿Cuántos autores podrían potencialmente pertenecer al sindicato? 

Y seguramente unos 2000, que es el número de autores que pertenecen a Argentores. La cifra no debe variar mucho de esa cantidad. 

¿En las provincias hay ya afiliados? 

Sí, en las provincias tenemos afiliados. En el interior hay sobre todo lo que llamamos polos donde se concentran los autores de acuerdo con el modo en que se desarrolle allí la actividad cultural y artística. Por eso hay afiliados sobre todo en Capital, Córdoba, Misiones, Mendoza. Y se ha aprobado hace poco una iniciativa para desarrollar un polo en la provincia de Buenos Aires. Es un trabajo que hay que construir ciudad por ciudad. Y esto es lo que estamos haciendo, tratando de ampliar nuestra presencia en las ciudades que todavía no estamos desarrollados. Pero, como se imaginarán, todo esto significa traslados, plata para financiarlos, etc., por lo cual se avanza despacio.  

A.C.