TODOS LOS LIBROS DEL MUNDO
Del entrenamiento a la hoguera digital

Prólogo del fuego
La reciente noticia que tiene como protagonista a la empresa Anthropic, que habría adquirido millones de libros físicos para entrenar a su inteligencia artificial Claude, y luego destruirlos, despierta una inquietud difícil de acallar. En una época en la que la inteligencia artificial se presenta como herramienta revolucionaria, los modos en que se alimenta y entrena cobran una relevancia moral y simbólica que no puede ser ignorada. Como si para alimentar sus propias arcas, se valiera de métodos medievales, en un intento por acaparar el conocimiento, destruyendo aquello de lo que se ha valido, gracias al enorme poder económico y político que la respaldan.
Este gesto, aunque legal según recientes fallos judiciales, provoca una pregunta fundamental: ¿qué tipo de saber se construye cuando se aniquilan sus huellas? ¿Qué clase de futuro imaginamos si en el presente destruimos el pasado que nos dio forma?

La paradoja del saber entrenar, destruyendo
Adquirir libros para entrenar un modelo de lenguaje puede parecer, en principio, una operación neutra. Pero la decisión de destruir luego esos libros introduce un elemento distópico. No se trata sólo de una cuestión de legalidad. Es una cuestión de ética cultural. Laparadoja es evidente: se busca construir una inteligencia que se nutra de todo lo escrito, para luego prescindir de los soportes donde ese conocimiento habite. Es el vaciamiento del objeto cultural una vez que ha sido exprimido. Es el saber transformado en residuo. ¿Y si en un futuro no muy lejano este recurso se volviera hábito, y luego, norma?
Shi Huang Ti, Borges y la memoria del mundo
Jorge Luis Borges, en su ensayo La muralla y los libros, recuerda que el emperador chino Shi Huang Ti mandó a construir la Gran Muralla, y también a quemar todos los libros escritos antes de su nacimiento. “Construyó la muralla para encerrar el imperio; quemó los libros para anular el pasado”, escribe Borges. Y más adelante, con su habitual lucidez lírica y crítica –que nunca termina de sorprendernos– agrega: “Le fue dado el don de soñar y lo usó para soñar la aniquilación”.
Hoy, ciertas empresas tecnológicas parecen repetir ese gesto. Alimentan sus inteligencias artificiales con el lenguaje y la memoria del mundo, y luego eliminan los rastros. No es una quema a cielo abierto. Es una hoguera silenciosa. Digital. Irreprochable en términos legales, pero profundamente inquietante.
La sombra del pirata: de la apropiación a la destrucción
El gesto de Anthropic no fue un rayo en cielo sereno. Antes de adquirir millones de libros físicos para entrenar a su modelo Claude, tal lo anticipado líneas más arriba, la empresa ya venía siendo señalada en algunos medios por haber utilizado corpus textuales obtenidos de sitios no autorizados. Si bien esa información no ha sido confirmada judicialmente, ni reconocida por la empresa, el tema forma parte de un contexto mayor: el de los litigios por derechos de autor que rodean a las principales compañías desarrolladoras de IA.
Como señala el artículo de Infobae del 1º de julio de 2025, Microsoft fue recientemente denunciada por entrenar su modelo Megatron con 200.000 libros pirateados. Autores como Kai Bird, Jia Tolentino y Daniel Okrent solicitaron una orden judicial para frenar ese uso y reclamaron hasta 150.000 dólares por cada obra afectada. Alegan que el modelo es capaz de replicar su voz y estilo de forma ilegítima, un argumento que podría replicarse en otros casos.

En paralelo, el juez Vince Chhabria (Distrito Norte de California) desestimó en junio de 2025 una demanda contra Meta por el uso de libros protegidos en el entrenamiento de su modelo LLaMA. Aunque los denunciantes no lograron demostrar daño económico directo, el juez dejó constancia de que Meta habría utilizado material extraído de repositorios como Books3 y LibGen, lo que podría constituir piratería en litigios futuros. Así, mientras se valida el uso de material legalmente adquirido como “uso justo”, se mantiene abierta la discusión sobre el uso no autorizado de material protegido por derechos de autor. Este tipo de estrategias corporativas instala una estructura escalonada de extracción: primero, la apropiación dudosa o sin autorización; luego, la compra masiva como lavada de cara legal; finalmente, la destrucción de los soportes para borrar las huellas.
A la luz de estos hechos, el fallo de junio de 2025 -donde el juez Alsup dictaminó que entrenar una IA con libros comprados y destruidos es “uso justo” y “espectacularmente transformativo”-, aparece como una segunda etapa de un mismo patrón de acumulación. Tal como destaca el artículo de La Nación (25 de junio de 2025), el tribunal del Distrito Norte de California dejó claro que el uso de material adquirido legalmente es aceptable, pero los litigios por uso de libros pirata continúan en paralelo.
Según 3DJuegos (26 de junio de 2025), Anthropic destruyó físicamente los libros para evitar futuros litigios y porque consideró que “la IA ya había aprendido de ellos”. El juez avaló esa decisión considerando que los modelos no reproducen el contenido textual, sino que aprenden patrones del lenguaje. Diario Bitcoin (27 de junio de 2025) aporta que el magistrado argumentó que Claude no compite comercialmente con los autores porque su uso es transformativo y no sustituye a los textos originales, un punto que, sin embargo, sigue siendo debatido por expertos.

En ese contexto, diversas voces críticas han surgido:
Forbes calificó el proceso de “válido, pero éticamente cuestionable”.
Ars Technica lo describió como una estrategia veloz y agresiva, “aunque culturalmente ciega”.
Usuarios y expertos en foros como Reddit advirtieron que la práctica de destrucción de libros se realizó incluso sobre obras que no tenían equivalentes digitales accesibles.
Dominación algorítmica: saber sin memoria
La inteligencia artificial entrenada por Anthropic, llamada Claude, podrá responder preguntas sobre libros, imitar estilos, crear nuevos textos. Pero esa inteligencia ha sido formada por una acumulación que se niega a reconocer: los rastros físicos, las dedicatorias, las erratas, el tiempo detenido en un papel subrayado. Esa IA sabrá todo, pero no recordará nada. Como un oráculo amnésico que recita lo que fue escrito, pero no puede restituir el gesto humano que lo inscribió.
Mi disconformidad: una declaración de principios
Como autor y lector, manifiesto mi disconformidad con cualquier modelo de conocimiento que convierta a la cultura en materia prima descartable. Entiendo el poder de la inteligencia artificial, pero no puedo aceptar que se construya sobre un cementerio de libros.
Este no es un simple debate sobre copyright o tecnología. Es una batalla simbólica por la memoria. Por la dignidad de lo escrito. Por la preservación del espíritu humano frente a la velocidad extractivista de las máquinas.
Borges, otra vez, nos ofrece una imagen lírica e inquietante: el sueño de la aniquilación. Tal vez, al recordarlo, podamos optar por otro sueño: el de la preservación, la diversidad, la justicia y la memoria compartida.[1]
Luis Sáez
[1] N del a.: El concepto “sueño de la aniquilación” no es una frase o tema recurrente en la obra de Jorge Luis Borges de manera explícita. Sin embargo, la idea de la destrucción, el fin, y la fugacidad de la existencia sí lo son, a menudo entrelazados con la idea del tiempo circular y la repetición.