ENTREVISTA A MARÍA ZANETTI

Mi familia y otras realidades

Alemania es mi primer largometraje y que Argentores lo reconociera fue un abrazo enorme. Más allá del premio en sí, lo viví como un gesto de apoyo y validación a una historia pequeña pero muy significativa para mí, nacida en un contexto personal y social tan intenso como el de la pandemia”, dice María Zanetti durante la charla que tuvo con nuestra revista a propósito del premio al mejor guion de la 10ª Edición del Festival Internacional de Cine de las Alturas. Organizado por el Gobierno de Jujuy a través del Instituto de Artes Audiovisuales de la provincia, el Festival Internacional de Cine de las Alturas es el evento audiovisual más importante de la región. Desde 2014 el festival reúne lo sustancial y lo más reciente de la cinematografía independiente de los Andes, ofreciendo una gran diversidad de producciones, con cuatro competencias oficiales de ficción y documental.

Para este premio, el jurado, integrado por la presidenta del Consejo, Luisa Irene Ickowicz, Salvador M. Valverde y Martín Salinas, evaluó los diez guiones de las películas en competencia, de Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Perú y Venezuela, y decidió de manera unánime otorgárselo a María Zanetti por su ópera prima Alemania, un film que, contada desde la perspectiva de Lola, una adolescente de dieciséis años que tiene la posibilidad de realizar un intercambio estudiantil de los que suelen realizarse en ciertos colegios secundarios, deja entrever, entre silencios y sutilezas muy logradas, la compleja realidad que aflora en los vínculos familiares cuando uno de sus integrantes, en este caso Julieta, hermana mayor de Lola, sufre un trastorno de bipolaridad. Pero la propuesta de María Zanetti no se centra solamente en esta problemática, desde su aparente sencillez va cobrando lentamente dimensiones simbólicas que permiten varios cruces y lecturas en el contexto de una familia atravesada por la década de los noventa, con todo lo que significó como antesala de la crisis social y económica, tan rotunda como un desmoronamiento.    

¿Cuál fue la motivación primera que te llevó a escribir el guion de Alemania?

La idea surgió en los primeros meses de la pandemia, cuando mandé a digitalizar viejos VHS familiares y a revelar rollos de fotos que llevaban más de 25 años guardados. Entre esas imágenes aparecieron escenas de mi adolescencia, momentos en familia, viajes que ni siquiera recordaba que habían existido. Hubo algo inquietante en sentir que estaba espiando la intimidad de otra persona, y al mismo tiempo esa extrañeza me llevó a querer reconstruir algo de esa memoria adolescente y familiar. También coincidió con un momento personal muy particular que fue el duelo por la muerte reciente de un hermano, lo que cargó al proyecto de una capa extra de nostalgia y de preguntas sobre los vínculos y la dinámica familiar.

Se suele hacer hincapié en la relación entre lo autobiográfico y la ficción, ¿qué pensás al respecto?

No es una película autobiográfica, pero sí es personal. Hay mucho de mi experiencia y de mi familia, aunque pasado por el filtro de la ficción. Me gusta pensar que el guion nació de recuerdos propios, pero se fue transformando en una historia que ya no me pertenece solo a mí, sino también a los personajes que creé. Es como contar un sueño: una mezcla extraña de realidad y fantasía.

Fotograma de “Alemania”

¿Cuánto de lo imaginado, previamente a escribir, se materializó en el guion?

Hace poco revisé el primer documento que generé del guion y que lo llamé Imágenes iniciales e ideas, con escenas que me vinieron a la cabeza al pensar en la adolescencia y que habían surgido también de las fotos y videos que encontré. Muchas de esas imágenes llegaron a la película casi intactas. Creo que es una historia que vengo tejiendo hace mucho y que, de alguna manera, ya habitaba en mi cabeza antes de empezar a escribir. Me interesaba que hubiera momentos en los que lo no dicho pesara tanto como lo dicho, porque así funcionan muchas dinámicas familiares.

Resulta muy interesante cómo lograste, a partir de un núcleo familiar, reconstruir toda una época. La elección de la perspectiva, me refiero al personaje de Lola, para contar esta historia,¿podríamos decir que fue determinante?

Sí, absolutamente. Narrar desde Lola era clave. Me resultó natural entrar en su perspectiva porque conservo una memoria emocional muy vívida de la adolescencia: su intensidad, sus contradicciones, sus inseguridades. Desde ahí podía contar una historia íntima y, a la vez, reflejar una época: la Argentina de finales de los 90, con su crisis económica y un contexto social donde la salud mental estaba llena de estigmas.

¿Cuáles son tus influencias cinematográficas?

Me nutro de muchas fuentes: películas, libros, conversaciones, personas que conocí. Admiro a muchos cineastas, pero me cuesta nombrar solo a algunos porque siento que dejaría a muchos afuera, pero lo voy a hacer: Lucrecia Martel, por supuesto, Maren Ade, Greta Gerwig. Alemania se nutre mucho de Lady Bird, pero una versión más dramática y nuestra. También me encanta Céline Sciamma, su ópera prima es genial. Es difícil elegir una sola película de referencia, pero vuelvo a aquellas que me sacuden, que me hacen mirar el mundo de una manera distinta después de verlas.

María Zanetti junto a Salvador Valverde, Martín Salinas y Miguel Ángel Diani

Otra de las tantas cosas de Alemania es el trabajo con los silencios y acuerdos tácitos, ¿fue deliberado en la escritura?

Sí, fue algo muy deliberado. Me interesaba que hubiera momentos en los que lo no dicho pesara tanto como lo dicho, porque así funcionan muchas dinámicas familiares. Esos silencios, miradas o gestos compartidos entre personajes eran tan importantes para mí como los diálogos, y la puesta en escena buscó potenciar esa tensión.

Sebastián Basualdo